jueves, 12 de abril de 2012

¿Por qué entrenar karate?

Creo que existen tantas respuestas a esa pregunta como practicantes de karate. O directamente.. como personas en el mundo quizás. Pero yendo a lo concreto: ¿por qué "yo" practico karate actualmente? Antes de llegar eso, debería contar un poco acerca de mis inicios.

Fue en 1987. De niño siempre me interesaron las artes marciales. Obviamente: por las famosas películas y series de los '80, tan de moda por aquel entonces. Algunas de las que más me gustaban era la serie "Ninja: el maestro" y también unas cuantas pelis de Bruce Lee que junto a un gran amigo (un "hermano", mejor dicho) tantas veces vimos en la matinee del cine.

Éste mismo amigo resultó que comenzó a practicae karate, así que me entusiasmó y decidí empezar yo también. Y así fue.

Lo primero que aprendí, fue que "lo que se hace en el dojo no es lo que se ve en el cine" (eso dolió un poco). Estuve unos 2 años entrenando y por distintas circunstancias no avancé, no dí exámenes. Fui y volví varias veces hasta que en febrero de 1995, ya con 17 años (y bastante más maduro) comencé nuevamente y continúo hasta hoy.

Por esas épocas, la motivación para retomar era "obtener el cinturón negro". Cuando retomé a los 17 me metí esa idea en la cabeza. Me iba a matar entrenando y no pararía hasta el cinturón negro.

Poco tiempo después me mudé a la capital por razones de estudio, donde tuve la suerte poder practicar con un gran maestro de karate muy reconocido tanto a nivel nacional como internacional, siendo yo apenas un principiante en 9o kyu (cinturón amarillo).

Las cosas empezaron a cambiar. Los nuevos grados por supuesto que motivaban (y mucho) pero a medida que avanzaba la motivación más y más era aprender. Estaba ávido de aprender nuevas técnicas y katas, aplicaciones y demás.

Luego vinieron los torneos. Ahí descubrí un aspecto de mí que desconocía. No sé si lo desarrollé o es que estaba latente en mi: pero descubrí que era un peleador. Cuando le tomé el gusto a competir en kumite creo que igual era capaz de darme contra una pared (claro, probablemente la pared ganaría por ippon).

La etapa de la competición fue divertida. Nunca me destaqué realmente pero... ¿quién me quita lo bailado? Realmente lo disfruté, y además hice amigos. Hasta pude integrar el equipo nacional un par de años. Ya entonces tenía 3 motivos: Aprender, Competir y el cinturón negro (ya no importaba tanto).

Cuando las obligaciones de la vida de un adulto me forzaron a dejar de competir, la meta del 1er Dan estaba cumplida... o sea, más y más me enfoqué en aprender, porque además entendí con el tiempo que los grados son el resultado del progreso personal que resulta del esfuerzo y entrenamiento constante.

Hoy por hoy ya no busco tanto aprender cosas nuevas, en cambio busco mejorar y perfeccionar lo poco que sé. Y esa es mi motivación actual. Entrenar para mejorar, en todo sentido. Para tener más control tanto emocional como físico. Superarme constantemente y mantener un cuerpo saludable. Entrenar, entrenar y entrenar, por el simple hecho de poder hacerlo cada vez mejor y por el placer que me da sufrir en el dojo y sentir escalofríos en la nuca con cada kiai.


2 comentarios:

  1. Te voy a seguir, me interesa qué piensa otra persona del karate pero más me itriga saber cómo otra persona integra el karate a su vida (o su vida al karate).
    Adrián
    Oss!

    ResponderEliminar